Háblame sobre ti (a grandes rasgos)
Me llamo Teresa Cachot, nací en Madrid, tengo una hermana.
También os puedo decir que soy una mujer amante de la Biblia y seducida por las obras de misericordia de Jesús y de la vida fraterna. Y que soy feliz desde que entré a formar parte de las Franciscanas Misioneras de María. Estudié Derecho y Teología antes de entrar en la Institución.
¿Cómo conociste a las FMM?
Lo tuve muy fácil, puesto que mi madre fue novicia de este Instituto Misionero y tuve dos tías que formaron parte de él. Una de ellas fue muchísimos años misionera en Indonesia.
Cómo misionera, ¿a qué lugar fuiste enviada?
A Eslovenia, concretamente al sur del país, al noviciado, como hermana integrante de esta fraternidad.
Algo de lo que te impresión al llegar.
La buenísima relación entre las Congregaciones religiosas, y no solo entre ellas, también con otras religiones. Por ejemplo con los musulmanes, colaborábamos en obras caritativas. En el colegio había profesores cristianos y musulmanes y no solo se llevaban bien sino que luchaban por permanecer unidos, pues siempre hay intrigas que buscan separar. Hacíamos encuentros en los que compartíamos puntos de vista, que es lo que significaba para unos y otros el amor, la familia, etc. Pero lo más impresionante para mí fue contemplar la fe de tanta gente! ¡Cuánta fe he visto! Y cuánta formación cristiana, seguían después de la Primera Comunión nada menos que ocho años más de catequesis.
¿Qué factores fueron los más decisivos para tú adaptación?
El aprendizaje de la lengua es algo indispensable. Además tuve el apoyo de las hermanas y la acogida de los parroquianos. Había familias que me invitaban a merendar a sus casas, aunque no sabía la lengua, a mí me gustaba, pues poco a poco iba conociendo su forma de ser y de vivir.
¿Echaste algo de menos?
Sentía mucho no estar más preparada para las responsabilidades que me tocó asumir, como por ejemplo la de ser superiora de una casa de hermanas mayores.
¿En qué proyecto o trabajo participaste principalmente?
En una obra fundada por las hermanas, en Bosnia-Hercegovina, en ella colaboraban mujeres musulmanas. Se llamaba “Casa de Esperanza”, en favor de los niños con algunas deficiencias. Venían desde por la mañana hasta la tarde, comían juntos. Recuerdo que desplegó toda mi creatividad. Jugábamos a la “lechuza insomne” juego español, tenían una huerta y jardín ocupacional, baile, teatro, ¡fue muy bonito! También trabajé mucho en Caritas y en acompañamiento de presos. La Iglesia trabajaba mucho con los jóvenes. Recuerdo que con otra hermana FMM acompañamos a estudiantes universitarios a Ucrania para que disfrutaran de un campamento, durante una semana, los más pobres de un pueblecito. Igualmente tuve responsabilidades en la formación inicial de jóvenes que entraban en la Institución, aspirantado, noviciado y jóvenes profesas.
¿Podrías dar algún ejemplo de desafio importante por el que pasaste y cómo lo superaste?
Un gran desafio para mí fue ser superiora de una casa de hermanas mayores. Tenía muchos trámites burocráticos que hacer, y era otra lengua, con otras leyes, tenía que escribir en esloveno ¡Me veía superada! Las hermanas me ayudaban, pero yo sufría por no poder llegar a tantos quehaceres. En estos casos la fe viene en nuestra ayuda. “Hacer lo que se pueda y no perder la paz”. Recuerdo también que estando de Ejercicios espirituales, me llamaron y me dieron la noticia de la muerte del padre de una hermana que debía dar un retiro a jóvenes de preparación para la Confirmación. Me ofrecí para sustituir a la hermana pero nunca me había preparado en tan poco tiempo, solo tenía dos días para ello. El Espíritu Santo me guió y los jóvenes agradecieron muchísimo que les hablase de experiencias concretas de la acción del Espíritu en personas que conocía. Mucho mejor, decían, que “Teologías universitarias”. Pero el desafio más decisivo vino después. Al sufrir un ictus que me ha dejado graves secuelas. Todavía soy joven y me cuesta integrar todas mis limitaciones. Este es mi momento, ahora, en España, adonde he vuelto.
¿Qué aprendiste de aquellas gentes?
Su acogida. El compartir la oración con los laicos, su creatividad para trabajar con jóvenes y niños.
¿Cuándo piensas en aquellos años, ¿qué sensación, sentimiento, pensamiento, te viene?
Tengo pena por no poder estar ya cerca de los que necesitaban compañía en Bosnia Herzegovina.