Un punto de partida:
En los últimos años, van cobrando vida y consolidándose, en la iglesia, dos convicciones:
1) Que el carisma de un fundador/a, no es para unos pocos privilegiados, ni para ser vivido en exclusiva por la vida religiosa.
2) Que surgen laicos identificados con el carisma de un fundador/a que quieren vivirlo desde su condición laical.
Esta es una realidad en crecimiento, donde la vida va por delante de la reflexión.
Este doble proceso está generando un movimiento que hace que numerosos laicos compartan la espiritualidad y misión, de determinados fundadores/as, y que busquen espacios de vida común.
Esta aventura espiritual en la que las religiosas y los laicos caminan juntos, guardando cada uno su propio estilo de vida es un don nuevo del Espíritu Santo que invita así a los bautizados/as a colaborar en la misión de la Iglesia en solidaridad, complementariedad y comunión.