Háblame sobre ti (a grandes rasgos)
Me llamo Carmen Llorca y nací en Callosa d´en Sarria (Alicante). En una familia de tres hermanos, dos chicos y yo. Tenía 21 años cuando ingresé en las Franciscanas Misioneras de María.
¿Cómo conociste a las FMM?
Por medio de los franciscanos de Teruel. Yo tenía allí un hermano y sabiendo que quería ser misionera me orientaron hacia el Instituto de las FMM.
¿Cómo misionera, a qué lugar fuiste enviada?
A África: Burkina Faso, Mauritania y Senegal, han sido tres destinos en tres momentos de mi vida misionera.
Algo que te impresionó al llegar.
La pobreza de los hospitales y de la gente. También su vestimenta.
¿Qué factores fueron los más decisivos para tu adaptación?
Lo más decisivo creo que fue la buena disposición que tenía y tanto como me gustaba mi trabajo y la vida que llevaba.
También contribuyó mucho la acogida que me brindaron las hermanas más veteranas.
¿Echaste algo de menos?
La verdad es que no. ¡Estaba tan contenta! Me preguntaban “¿Por qué estás tan contenta?” Y la verdad, no sabía contestar.
¿En qué proyecto o trabajo participaste principalmente?
Había estudiado enfermería y en los tres países trabajé en hospitales o dispensarios. Siempre en el campo de la salud y casi siempre con niños.
En Burkina Faso, trabajé en un hospital, en cirugía de mujeres y niños. Me gustó muchísimo y me costó separarme del lugar.
A Mauritania iba con miedo, pero enseguida me hice en ese pueblo, pobre, pero conformado con su situación. Trabajé en un Centro de nutrición y de salud, dedicada sobre todo a la formación. Formábamos a gente del lugar para que ellos mismos se ocuparan de la asistencia sanitaria en su propio pueblo. Un coche de Cáritas nos facilitaba la movilidad y cada semana los visitábamos y una vez al mes venían ellos al Centro Base para la formación permanente.
Las autoridades confiaban mucho en nosotros.
También trabajé con cooperativas de mujeres. Con tres, una en la que hicimos una guardería, otra que era un taller de tintar telas y otra que tenia un terreno de cultivo de verduras, con todo esto las mujeres contribuían a la economía familiar y también aprendían otras destrezas que las equipaban para vivir mejor.
Ahora estoy en Senegal, en un Centro muy conocido en Dakar que se llama “La Pouponniére”. Acoge a niños cuyas madres mueren al dar a luz, o madres que están muy enfermas y que no van a poder amamantarles o atenderles. Proceden de lugares pobres y de familias necesitadas que no tienen recursos para atender a los recién nacidos. De estos niños un grupito muy pequeño es para la adopción, la mayoría, al cabo de un año o año y medio vuelven a sus hogares. En estos momento tenemos 68 niños.
¿Podrías dar algún ejemplo de desafío importante por el que pasaste y cómo lo superaste?
Se necesitaban enfermeras y a los pocos días de llegar me tuve que incorporar al hospital.
No conocía la lengua, ni la wólof ni la francesa. Además, todos los rostros me parecían iguales.
Era muy importante comprender bien las consignas de los médicos, hacer el diario de la jornada, poder decir una palabra a los enfermos, ¡saber con quién hablaba! Pero no podía nada de esto.
Fue una experiencia durísima, de impotencia, que me hacía llorar amargamente. Todos me querían ayudar, incluso fui a una academia, ¡pero llegaba tan cansada que me dormía!
Un buen día, me di cuenta de que reconocía los rostros… los demás me conocían… y ¡Estábamos hablando! ¡Me pareció un milagro!
¿Qué aprendiste de aquellas gentes?
Que las diferencias se pueden solventar dialogando. Allí no te interrumpen cuando hablas, la escucha y el diálogo forman parte de los acuerdos.
El sentido de familia, para ellos es una fuerza para subsistir.
El respeto por los mayores. No son discriminados. Siempre tienen lugar en la familia y en la sociedad.
Su fidelidad y respeto por la oración y el valor que la dan.
Cuándo piensas en aquellos años, ¿Qué sensación, sentimiento, pensamiento … te viene?
Dentro de unos meses volveré a mi misión en Dakar y aunque no faltan dificultades ahora solo pienso en la alegría de volver a ver a estos niños, tan bonitos, queridos, y cuidados.